Durante estas fechas del mes
de Marzo conmemoramos el día de la mujer, el cual se llevó a cabo por primera
vez en 1911 en algunos países de Europa y de manera internacional desde el año
1977 declarado oficialmente por la ONU como el Día Internacional por los
Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Recordemos que la creación de este
día no fue producida por hechos fortuitos y es importante rescatar los
diferentes hechos históricos que se dieron en estas fechas. Por otro lado, la educación como sistema que reproduce prácticas sociales, juega un papel fundamental en la consolidación de un mundo equitativo y libre, que respete y entienda a la mujer como un ser multidimensional que participa activamente en la configuración de la sociedad.
Es importante resaltar el
papel de la educación en Colombia, y de las mujeres luchadoras en el país. Se
hace evidente en la historia colombiana que la mujer fue discriminada en el
ámbito educativo, en especial en su educación superior. En 1934 se presenta un
decreto por el cual la mujer puede entrar cumpliendo con reglas de igualdad de
condiciones con los hombres a la universidad.
Nombres como Genda Westendorp y Gabriela Peláez (la primera abogada de
Colombia) se hacen escuchar dentro del país y empieza a cambiar esa concepción
de la mujer educada para ser una buena esposa y madre. Las condiciones a través
del tiempo han cambiado, sin embargo la mujer sigue en pie de lucha para lograr
la igualdad de género.

Es por eso que si bien los espacios culturales y académicos en torno al reconocimiento y empoderamiento de la mujer que se vienen abriendo, juegan un papel importante en la configuración de una conciencia social que respete y reconozca a la mujer; situaciones como la actual compartimentación de la educación siguen siendo problemáticas preocupantes. Esta compartimentación se entiende como las medidas que se toman en las instituciones educativas para separar físicamente hombres de mujeres, reforzando una alteridad de género que perjudica la concepción de la mujer que adquieran los niños y niñas participantes en esta situación. Otra de las preocupaciones se encuentra en la diferenciación de las actividades según el género, lógica que responde a estereotipos que afirman que la mujer es buena en ciertas materias y en otras no.

Por otro lado, nos encontramos noticias que hacen parte de
la construcción actual de la primera infancia en colegios, dejando a un lado
los tabúes y deconstruyendo la imagen de género propuesta tradicionalmente y
que tantos problemas ha causado a la igualdad de condiciones. En el colegio de
la Candelaria ubicado en el centro de Bogotá un personaje como la profesora
Elsy Valero enfrenta su profesión de educadora desde la perspectiva de género.
Enseña a sus estudiantes a reformar la equidad de género con ejercicios
prácticos; por ejemplo la lectura del cuento “La selva” que cuenta como un tigre hace las actividades del
hogar, esto no solo ha generado repercusiones positivas
en los estudiantes sino también en sus familias.
Alentamos
estas nuevas propuestas desarrolladas desde los modelos educativos y esperamos
que tengan éxito con el fin de desarrollar diferentes proyectos que muestren la
manera en que la distinción de género desaparece, no solo en el ámbito
educativo sino en la
generalidad. Apoyamos a las mujeres que a través de la historia se
han hecho escuchar y han reafirmado el carácter y el sentir de la Mujer
rebelde.
“¡Qué
poco es un solo día, hermanas, qué
poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas!... Queremos flores de quienes
no nos mandaron al colegio para que cuidáramos a los hermanos y ayudáramos en la cocina” (Gioconda
Belli)







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