La jornada extendida
fue una de las propuestas de gobierno de la actual administración, contemplada
en su plan de gobierno pero que aún no se oficializa en los colegios del
distrito. Sin embargo, ecos de esta propuesta han estado resonando en muchos
colegios que han hecho públicas sus pretensiones de ampliar la jornada. Si bien
esto no es una generalidad en los colegios oficiales, muchos de sus directores
han estado expectantes ante esta propuesta sin una voz oficial que corrobore o
forje esta iniciativa. Lo que sí ha hecho esta iniciativa ha sido dividir las
opiniones en los colegios y polarizar estas disputas que involucran, en primera
y más importante instancia a los estudiantes.
Inicialmente, nuestra
salida de campo pretendía ir al IED Simón Rodríguez al Oriente de Bogotá y así
lo mantuvimos hasta una semana antes de la publicación de los presentes
resultados. El día miércoles 10 de abril, después de haber intercambiado
algunas llamadas con personal del Colegio se logró una cita con un coordinador
que nos guiaría los conductos regulares para poder realizar algunas encuestas
en la institución. En la respectiva cita, en donde se tocaron temas que
esgrimían distintos asuntos que eran de vital importancia para la institución,
empezaron a verse complicaciones en la aplicación de la encuesta. Por un lado,
la cantidad de problemas con los que contaba la institución daba pie a que
algunos profesores y funcionarios estuvieran en desacuerdo con la realización
de la encuesta debido a que esta sólo se enfocaba en un tema particular: la
jornada extendida. Lo que decían algunos profesores y coordinadores era que no
dejarían “sectorizar” la pretendida encuesta, además que consideraban de vital
importancia tratar otros temas como: embarazo adolescente, armas blancas en la
institución, vandalismo y matoneo. Todos
estos son temas que desde nuestra coyuntura bien habríamos podido platear y
discutir pero nuestro tema en esta ocasión, para aplicar la encuesta era el de
la jornada extendida. Por otro lado, la rectora solicitaba 10 días para que la
propuesta se pudiera formalizar, luego de la radicación de una carta y de
algunas reuniones en las que teníamos que reunirnos con funcionarios,
profesores y rectora, para explicarles de qué se trataba. Pensábamos que era
una tarea sencilla, ya que se trataba de unas encuestas aparentemente
sencillas. Sin embargo, la situación en la institución no lo posibilitó y
tuvimos que buscar otra salida casi inmediata, dado que el tiempo lo apremiaba.
De esta manera,
buscamos prontamente una salida a este inconveniente y por fortuna se encontró
un nuevo colegio en donde la jornada extendida ya había sido planteaba y que,
incluso, generaba ya todo un debate en la institución, lo cual nos emocionó a
realizar las encuestas en dicho sitio. Se trataba del IED Castilla en el
oriente de Bogotá. Luego del pertinente contacto con la institución se nos
programó el día miércoles 17 de abril para realizar la visita al colegio y
hacer las encuestas. El panorama lucía favorable hasta el momento del contacto
directo con la institución y los involucrados en la misma.
En el IED Castilla, la
propuesta de la ampliación de la jornada académica de los estudiantes ya había
sido planteada por la rectora de turno. La formalización de esta propuesta
tanto a padres como a profesores y funcionarios había desatado toda una
polémica en donde tanto profesores como directivos se encontraban “enfrentados”
por las condiciones en las que se planteaba la propuesta. Resulta que la actual
rectora habría propuesto la jornada extendida a sabiendas de una serie de
inconvenientes y sin consultarlo también con los profesores, sino por aparentes
motivos personales. Los profesores alegaban con justa razón que la planta
física no daba para tener a 4,000 estudiantes (2000 de la jornada mañana, 2000
de la jornada tarde) en una sola jornada. Y no sólo esto, la propuesta de la
rectora no apuntaba a realizar actividades de carácter académico en las horas
de más que se propusieran. Lo que se buscaba era que por medio de funcionarios
del IDRD se entretuviera en diversos talleres lúdicos a los estudiantes y ya.
Esto desató el malestar entre padres y profesores que se niegan a aceptar dicha
propuesta.
Este inconveniente ya
de entrada presentaba problemas para la realización de la encuesta, ya que el
conocimiento de la rectora de esa propuesta podría desencadenar represalias
contra los profesores y funcionarios. Luego de saber que la rectora estaría en
contra de la propuesta, hacer las encuestas fue un asunto delicado y difícil.
Sin embargo, si bien la mayoría de docentes rehusaron a participar de la
encuesta, algunos profesores diligenciaron la encuesta con el mayor interés, a
pesar de las temidas represalias que pudiera ejercer la rectora. Esto debido a
una sectorización de los docentes debido a dos decretos distintos que rigen su
estancia en la institución, y su continuidad en el cargo. A pesar de esta serie
de inconvenientes, pudimos realizar algunas encuestas (17) que nos pudieron
servir de mucho para hacernos una idea del panorama general que circundaba a
esta polémica institucional.
En la salida de campo realizamos una serie de encuestas a algunos profesores de la institución (17) dadas las limitaciones con las que tuvimos que lidiar en la salida
Conclusiones:
Si bien no podríamos tomar estas encuestas para
generalizar los datos ya que la muestra que tomamos de una sola institución son
muy pocos. Sin embargo, creemos que la parte más enriquecedora del ejercicio
resultó de las conversaciones con los docentes, y las notas que anexaban
algunos de ellos a la encuesta.
La salida de campo nos hizo entender que, en el papel,
la apuesta de la alcaldía es muy benévola en tanto que plantea ciertos
apartados que resultan vitales para la educación, como lo es que se amplíe la
jornada académica. Sin embargo, vemos que no existe una suerte de poder
centralizado que logre aunar los esfuerzos de cada una de las instituciones.
Por el contrario, evidenciamos la fragilidad de esta propuesta en lo biformes
que pueden ser las propuestas de cada uno de los colegios, que al no haber una
voz unificadora de los organismos de control, plantean soluciones divergentes
que no son viables. Y este no es el único problema, el problema vital es que se
puede dar una polarización de esta iniciativa, enfrentando a funcionarios,
directivos y docentes. El ejemplo de este colegio es sólo uno de los miles de
casos que se pueden presentar en muchos colegios de Bogotá. Lo que resulta
común es que no existe una propuesta unificada que reúna a todos los colegios
con sus respectivas necesidades. Uno de los
argumentos de los profesores era la planta física de los colegios
distritales. Y no es que la planta física actual no tenga los suficientes
implementos o que algunos estudiantes estén en condiciones de hacinamiento. La
cuestión es que unificar la jornada haría que los salones no fueran suficientes
para toda la cantidad de alumnos que estarían en una misma jornada. En el caso
del colegio Castilla, representaría reunir a más de 4.000 alumnos en las
instalaciones que alcanzan para 2.000. A esto se le suma que ya son bastantes
los niños que maneja cada profesor por curso (alrededor de 40) y meter más
niños en las aulas sería debilitar la calidad educativa. Los profesores no
están de acuerdo con esto ya que tampoco una iniciativa de este tipo aumentaría
la calidad académica. Por un lado, por las razones que señalamos hace un
momento, y por otro, que el resto de horas que no estén en el colegio,
permanezcan realizando actividades “lúdicas” sólo haría que muchos de los
estudiantes se fueran del colegio cuando se acabaran sus clases normales y
sería una suerte de opción asistir a las actividades, que, huelga decir, se
realizarían a las afueras de la institución.
Evidentemente, la propuesta de la jornada extendida
fue bastante prematura ya que no existen estudios serios que den cuenta de la
viabilidad de este proyecto. Por todo esto, considerar esta propuesta es
bastante peligroso y contraproducente. Los padres de familia no están del todo
enterados sobre esta propuesta pero sólo les interesa que sus hijos pasen más
tiempo en la institución sin saber qué están haciendo. Por otro lado, los
profesores no están dispuestos a permanecer mucho más tiempo en la institución
por el mismo salario. Y si existiera alguna suerte de aumento, no se sabe qué
tan dispuesto está el distrito a aflojar el bolsillo para dar un aumento significativo
con el que los docentes estén de acuerdo. Que se formalice esta propuesta
actualmente es totalmente inviable, y sólo desencadenaría una serie de
conflictos que pueden desembocar en el paro de profesores y estudiantes ante
dicha propuesta. Por lo pronto, el
distrito debería aclarar las dudas que se están tejiendo al respecto de esta
propuesta y calmar los ánimos en instituciones como el IED Castilla, que aunque
sólo represente una muestra del conflicto, nos mostró una enorme cantidad de
matices para los cuales se necesitaría mucho tiempo y espacio para poder
esgrimir en su totalidad.