domingo, 1 de septiembre de 2013

PARO AGRARIO.

Hoy, 1 de septiembre de 2013, se cumple el catorceavo día de paro nacional agrario, aún sin una salida clara. Los comienzos de esta “revolución”, al menos de la magnitud que ha alcanzado hasta ahora, son inciertos. Lo que comenzó con el gremio de campesinos paperos, hoy, ha alcanzado a los sectores más inesperados; el gremio de transportadores, el minero, incluso los estudiantes han entrado, en mayor o menor medida, en este paro nacional, dichos gremios no sólo se unen para manifestar su inconformismo respecto a la situación agraria del país, sino también para expresar las fallas e incumplimiento de factores antes acordados que vulneran sus derechos.


Muchas son las razones y causas de ésta revuelta. Mucho se ha hablado del paro, desde distintas posiciones y enfoques, cada opinión siempre condicionada por la posición política frente a este. Es allí donde el porqué del paro se tergiversa, se hace invisible su pretensión e incluso su legitimidad. Hace 14 días, los campesinos paperos, sobre todo de Boyacá, anunciaron el alto a la producción de alimentos. Esto ocasionó algunos problemas en las centrales de abastos y en los establecimientos comerciales que venden estos productos, además de afectar la economía de los Colombianos. Es aquí donde se dividen las opiniones con respecto a las razones del inicio del paro, y esto tiene que ver con las posiciones políticas de unos y el oportunismo de otros. Los partidos políticos de izquierda y algunos manifestantes han afirmado que la razón del déficit del sector agropecuario se debe a los tratados de libre comercio, sobre todo el firmado con Estados Unidos. No obstante, el presidente Juan Manuel Santos opina, en sus propias palabras, que el problema se debe a un “abandono de décadas” del sector agrícola. Los campesinos por su parte entienden que la solución a sus problemas no va a depender del derrocamiento del TLC sino del control que pueda ejercer el gobierno frente a problemas como el contrabando, la importación de químicos para la tierra, etc.
El “tal” paro nacional agrario, que tanto se empeñó el presidente Santos en negar, tiene hoy más consecuencias de las que se esperaban los campesinos y el mismo gobierno nacional. Tras los comienzos del Paro, diversas escenas comenzaron a aparecer en los medios nacionales: las marchas que cada vez se hacían más numerosas, los bloqueos en carreteras importantes del país (aunque al día de hoy y de acuerdo con las mesas formadas entre campesinos y el gobierno se han desbloqueado), los colectivos estudiantiles que también marchaban en las calles. Sin embargo, junto a estos actores, en apariencia pasivos, apareció, también, el brazo armado del estado: el ESMAD.
En este punto es donde surge la importancia del paro. Más allá del clamor social frente a la injusticia, el paro nacional agrario se convirtió en una guerra entre dos partes: el estado contra el pueblo, al menos así lo han querido ver muchos. Las protestas dejaron ver el lado oscuro de la policía nacional, encarnada en el ESMAD, pero, también, dejaron ver el lado vandálico de algunos manifestantes. Por todo lo ancho de las redes sociales se publicaron vídeos, imágenes,denuncios que mostraban los excesos que estaba cometiendo la fuerza armada en contra de la población civil. No obstante, también, los medios de comunicación dejaron ver varios vídeos de manifestantes que atacaron varias instalaciones de algunos bancos, estaciones de transmilenio, entre otras. También, por su puesto, se dieron a conocer varios vídeos que mostraron el oportunismo de algunos, que utilizando el caos en la ciudad, aprovecharon para saquear y robar tiendas, como fue el caso de suba, ciudad Bolivar, Usme y Bosa.
Para concluir, el saldo de estos paros y manifestaciones, las cuales por los factores anteriormente mencionados, perdieron fuerza y seriedad; ha sido tres muertos y cientos de heridos, que terminan redundando en la situación crítica en la que se ha visto involucrado el país dese hace tiempo, un saldo humano victimario que debe pagarse para salir vencedor en una de las partes. Sin que las masas perciban que lo único realmente afectado, resulta ser su patrimonio e integridad, sin dar un impacto a lo que realmente afecta la situación social y política actual.

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